miércoles, 3 de junio de 2015

Hasta mañana mi amor

Pensaba en ella y no puedo evitar regalarse una sonrisa al ver la fotografía que se tomaron la noche de su cumpleaños en el restaurante que el modernismo derrumbó. La había visto incontables veces, pero nunca como aquella noche en la que reparó en lo inmenso que se le veía al lado de su frágil figura.

Recordó con nostalgia que le decía matón cuando la abrazaba y ella trataba de escaparse sin querer hacerlo; y cuando con voz indignada le dijo a través de la línea: “Ya es hora de hablar frente a frente, o voy a tu casa y rompo todas tus estampillas” y él se aterró. Deseaba en ese instante, que le volviera a decir matón, y lo retara con su vocecita indignada.

Era tan dulce hasta cuando se molestaba pensó. Era increíble y realmente única, dijo con voz entrecortada. Cuanto la podía querer no sabía, porque entendía que no había forma de medir lo mucho que la necesitaba.

Luego de un largo recordar miró el retrato y le dijo a la imagen de su amada que siempre la esperaría porque cada vez que intentó enamorarse de otra mujer no pudo, no hubo forma, le fue imposible.Fue entonces que cansado, acomodó en retrato en su mesa, se acurruco con la almohada que bautizó con su nombre, y con voz muy bajita le cantó “Hasta mañana mi amor”.

Beto Pejovés



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