domingo, 10 de mayo de 2015

El rosario de Rosario

Si nuestra historia hubiera sido distinta, esta noche habríamos caminado por la playa del amor con dos copas de cristal y su botella de vino preferido. Sus canes se habrían divertido  jugando con el mar y eso le hubiera causado  felicidad

 Habría colocado sobre su pecho aquel rosario  de plata que vi en una vitrina, y mirándola a  los ojos le habría pedido que me acariciara el  corazón con una sonrisa. La habría abrazado  en busca de recostarla en mi pecho para que se sintiera protegida; y si me permitía, le habría cantado una canción en voz bajita, la que a ella le gustara más, tal vez le habría sugerido “Fascinación”.

Recuerdo que alguna vez, cuando el mundo cayó sobre mi dude de mi fe y le reproché al cielo por tanta pena; no solo porque le hice daño sin ella merecerlo, sino también porque la perdí.

Y sobre los escombros de esa desdicha simbolicé mi dolor con la cruz del rosario de Rosario que llevo sobre mí para escuchar su nombre en cada latido de mi corazón.

Beto Pejovés.



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