Si aprendí a vivir de tus recuerdos, de no verte ni tocarte, de no contarte mis penas y alegrías, y de ya no compartir siquiera un segundo contigo, también aprenderé a vivir con los celos que me matan cuando te imagino en otros brazos.
Celos antiguos y constantes, mañaneros al imaginarte amaneciendo con otro y nocturnos al imaginarte durmiendo con el mismo.
Celos que confirman que te amo y me sellan el corazón; celos de imaginarte dedicándole una canción a alguien que no soy yo.
Celos que apaciguo abrazándote en mis sueños, extrañándote en soledad , haciéndote el amor sin sentirnos.
Celos como los que siento esta noche de domingo en la que pierdo un buenas noches mi vida y una caricia para endulzar tus sueños.
Celos que al fin y al cabo me dejan sentir que aún vives en mi ser.
Beto Pejovés
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