Si hubiera sido mi esposa en
este momento estaría conmigo; y mis hermosos regalos hubieran sido su mirada, su
sonrisa y una caricia en un beso.
Mi mundo sería de colores, mis días diferentes
y mis noches muy ansiadas por el deseo de llegar a casa para verla.
Habría prendido muchas velas
para entibiar la habitación como en un castillo medieval, y recostados en la
cama le habría pedido que me contara una historia para arrullarme. Y sé que ella,
siempre buenita me hubiera complacido con una de canes locos y felinos serenos.
Si hubiera sido mi esposa,
esta noche sería inmensamente feliz, afortunado, rey.
Beto Pejovés
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